Micro índice:
La contratación, la lealtad, las ambiciones, la formación, la motivación, el hipócrita, el respeto, la masificación, los celos, la promoción interna, la «empleabilidad», el paternalismo, el desarrollo, las estocadas, la movilidad, la cualificación, la confianza, la censura…
743. ¿QUIÉN ES QUIÉN?
Para el empleado, el directivo debe ser el jefe y el empresario, el guía. Con el primero hay que pelear y con el segundo marchar.
744. LA CRUDA REALIDAD
En las grandes organizaciones, suelen triunfar mejor los empleados que suplantan su mediocridad con entrega, flexibilidad, horarios largos y disponibilidad incondicional que los empleados brillantes que, por su seguridad en su capacidad de trabajo, imponen las condiciones, las emplean con eficacia y profesionalidad y respetan su vida personal ante todo.
745. FORMAR A INEXPERTOS O CONTRATAR A SABIOS
Formar a un empleado sin experiencia es costoso pero también lo es contratar a un buen profesional. A la hora de decidir, hay que valorar ambas cosas. El empleado sin experiencia te ofrece la sabiduría que tú le des y un espíritu sin vicios, pero tendrás que pagar sus errores. El otro te ofrece su sabiduría, sus vicios y no haber cometido sus errores contigo, tema harto peligroso ya que no conoces la magnitud de los mismos.
746. DE LEY
La lealtad de un empleado se mide por su capacidad de resolver positivamente los problemas cotidianos.
747. TOMAR ARTE Y PARTE
El empleado debe tener hacia la Empresa en la que trabaja una fidelidad consolidada y una ambición satisfecha.
748. REPERCUSIONES POR DEFECTO
Empresa y empresario son dos en una misma carne con tal fuerza que hace que no tengan más que una voluntad. Por ello, los defectos del empresario suelen repercutir en la Empresa y son, normalmente, los empleados los que padecen los lastres.
749. CORREA DE TRANSMISIÓN
El empresario y los directivos deben inspirar compromiso, auto-desarrollarse y ser capaces de desarrollar a sus empleados.
Preguntar es la forma más sana de aprender saludable.
750. ERRAR ES HUMANO, PERO...
Cuando un empresario o un directivo comete un error, abuchearse a sí mismo es más gratificante que ser abucheado por sus empleados. Por ello, lo mejor es que rectifique y esconda el error si puede.