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Tres hermanos se internaban todas las mañanas en el bosque a cortar leña. Cada día se turnaban para que uno de ellos se quedara en la cabaña y preparara la comida.
Un día, mientras el hermano mayor estaba solo en la cabaña, apareció un enano y le preguntó si podía comerse los restos del desayuno. El muchacho dijo que sí y el enano empezó a comer. De pronto dejó caer el pan y le pidió al joven que lo recogiera. Cuando este se inclinó, el enano lo golpeó con un palo en la cabeza.
A la mañana siguiente, el segundo hermano se quedó solo en la cabaña, y el enano volvió a aparecer. Le preguntó si podía comer los restos del desayuno y dejó caer el pan. Pidió al muchacho que lo levantara y, cuando este se agachó, lo golpeó con un palo.
Al otro día se quedó en la cabaña el hermano menor. El enano le preguntó si podía comer los restos del desayuno, y el joven le contestó: “Sí, sobre la mesa hay pan. Sírvete”. Cuando el enano dejó caer el pan y le pidió al joven que lo recogiera, este le respondió: “Si no puedes arreglártelas con tu propio pan, no sobrevivirás. Recógelo tú”. El enano le dio las gracias y le preguntó si le gustaría saber dónde encontrar a la princesa y el tesoro.
Concedamos a los demás la responsabilidad por sus propios problemas, para que aprendan a cuidar de su pan y de sí mismos.
El doctor Siegel es uno de los conferencistas más reconocidos de Estados Unidos. Su trabajo como oncólogo lo ha llevado a enseñarle a sus pacientes y a las familias que cada uno debe ser responsable de sí mismo: de su cuerpo, de su enfermedad, de su curación —en lo físico— y de su sanación —en lo espiritual.
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* Cuento atribuido al poeta Robert Vil. Citado en Siegel, op. cit., p. 241.