Micro índice:
Y así hay muchos jóvenes que llegan a ser adultos y “ya no pueden” ¿Por qué? Porque desde chiquitos estuvieron escuchando todos los días: eres un bruto, eres la vergüenza de la familia, eres un malcriado, siempre te reprueban... Ese joven, ya de adulto, es como el elefante: a determinada hora sale a trabajar, da las vueltas que tiene que dar —ni una más ni una menos—, mueve la trompita, termina lo suyo y alguien se lo lleva a la paja y le trae de comer. Así son muchos empleados que nada más hacen lo esencial.
¿Qué deben hacer? Que el objetivo hoy sea ser feliz y disfrutar lo que hacen. Prepárense para que su objetivo de vida no sea que den las cinco de la tarde. ¡Qué triste! Así, hay padres de familia, maestros, empresarios, que todos los días crean fracasados. Pero también hay maestros, padres de familia, empresarios y jefes que todos los días crean triunfadores. Es muy diferente, créanme, trabajar así. Debemos cambiar la mentalidad de la gente.
Tenemos una obligación con México. ¿Por qué no crean sus propias empresas? Pero no se imaginen su primera empresa con dos hectáreas de largo. ¿Cómo empezamos todos los empresarios? Pues tenían capital, dirán. ¡No es cierto! Yo conozco a muchos libaneses, israelíes, españoles, que llegaron a esta nación con una mano adelante y otra atrás, sin amigos, sin conocer el idioma ni las costumbres, pero con fe en sí mismos y en México, y que trabajaron y trabajaron, y ahora son los empresarios de esta nación.
Pero, ¿qué pasa en el pueblo? Vean ustedes el comportamiento en el pueblo de Chiconcuac, donde sea: es la fiesta del patrono, y toda la semana de rumba... ¿Qué hacemos los mexicanos? El baile, la pereza, el trago, el guayabo. ¿Y los españoles? Abren desde las cuatro de la mañana sus panaderías, hasta las diez de la noche. ¿Y los israelíes? Trabajan y trabajan. Nosotros no, pues es la fiesta del pueblo.
¿Cuánto retira el empresario en estos quince años que nosotros como empresa tenemos en México? Ni un solo centavo. Así es como las empresas de los japoneses crecen. Hasta que cumplen veinte años, no se retira dinero ni capital. Ni la parte japonesa, ni la parte mexicana. Es pura inversión y reinversión.
Y quiero que entiendan, futuros empresarios, que cuando los jóvenes están aquí en la universidad pensando "¿qué vamos a hacer?", es como el enamoramiento. Cuando hacen el plan de negocios, es la concepción. El embarazo, cuando construyen la fábrica. Y cuando la inauguran, el nacimiento. Después ya tienen un bebito. Dentro de los tres primeros años tienen que cuidarlo a diario, con el único objetivo de hacerlo crecer. Pero en México, el ochenta y cuatro por ciento de las empresas nuevas quiebra durante los tres primeros años, porque los papás quieren que el bebito les ponga automóvil último modelo, que les dé alfombra, aire acondicionado, muebles de caoba y una secretaria rubia de minifalda.